La Argentina pierde uno de sus comercios más emblemáticos a un ritmo récord: en el último año cerraron 16.000 kioscos. La Unión de Kiosqueros denuncia derrumbe de ventas, competencia desleal y abandono oficial.
La crisis económica que atraviesa el país bajo la gestión de Javier Milei arrasó con uno de los símbolos de cada barrio: los kioscos. En apenas doce meses, 16.000 locales bajaron la persiana, lo que equivale a 43 cierres por día. Por primera vez en la historia reciente, el sector cuenta con menos de 100.000 negocios activos, según datos de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA).
“El kiosco es la postal de un barrio, pero están desapareciendo. La principal razón es la recesión brutal que estamos viviendo”, advirtió el vicepresidente de UKRA, Ernesto Acuña. Las ventas se desplomaron un 40% en los últimos dos años y, solo este verano, el consumo de bebidas cayó entre un 30% y 35%.
La falta de controles agrava la situación. Desde el sector denuncian que cadenas de supermercados, farmacias y hasta verdulerías venden productos típicos de kiosco sin regulación alguna, desplazando a los pequeños comerciantes. “El Estado mira para otro lado mientras la competencia desleal nos saca el pan de la mesa”, cuestionó Acuña.
El relevamiento de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) muestra el impacto en el empleo: de 112.000 kioscos en 2023 se pasó a 96.000 en 2024, una caída del 14% que arrastra miles de puestos de trabajo y golpea a familias enteras.
Acuña también alertó sobre lo que se viene: “En el segundo semestre, como siempre en año electoral, va a haber una disparada de precios. Con este Gobierno, la especulación y la suba del dólar son la regla, no la excepción”.
En un país donde hasta el kiosco de la esquina está en riesgo, el “ajuste” de Milei ya no es un slogan: se ve en las persianas bajas de cada barrio.